Marx, en el texto de La ideología alemana que comentamos, acusa a la derecha y a la izquierda hegelianas de ser idealistas porque se alejan del mundo real existente quedando prisioneras de un mundo de ideas o de productos de la conciencia.
Un idealismo aún más radical y alejado del mundo real lo encontramos en la filosofía de Platón. Para Platón el verdadero mundo es el mundo de las ideas o esencias separadas. De este mundo forma parte el alma humana, que en la actualidad se encuentra prisionera en un cuerpo material perteneciente al mundo de las cosas. El mundo de las cosas sólo es imitación o participación del mundo de las ideas, que es la verdadera realidad. El conocimiento sensible o experiencia que tenemos de los objetos materiales o cosas es inseguro, y no nos proporciona la verdad, sino que a lo sumo despierta en nosotros el recuerdo de las ideas que fueron conocidas racionalmente por el alma cuando se encontraba en el mundo celeste, antes de nuestro nacimiento.
El mundo platónico de las ideas es para Marx alineación del pensamiento y del ser, ya que en tal hipótesis, el verdadero ser estaría en el mundo del más allá, todo lo cual es un idealismo contra el que Marx reacciona virulentamente en La ideología alemana. Platón arranca de arriba, del análisis de las ideas, mientras que la filosofía de Marx es totalmente inversa, arranca de abajo, del único ser real.
Nada más contrario al pensamiento de Marx que concebir la realidad como ideas o esencias separadas, unas e inmutables, que siguiendo la filosofía de Parménides, serían el verdadero ser. Lo real, para Marx, es algo esencialmente dinámico. El ser es devenir y el devenir fundamental del cual depende el resto del devenir humano, ya sea histórico, social, político o mental, es el devenir del modo de producción en que nos encontramos. El modo de producción es el ser por excelencia para Marx.
El ser se refleja en el pensamiento, de tal manera que el pensamiento es la repetición mental de la existencia real del hombre. La conciencia es el reflejo o la repetición mental del ser, y este ser es totalmente empírico. Por ello, la fuente primera del conocimiento es la experiencia, y no puede existir conocimiento verdadero, ni por tanto ciencia, si el objeto conocido no es empírico, o lo que es lo mismo, material. Toda la filosofía platónica no es para Marx sino una total y errónea inversión de la realidad.